QUINCE MINUTOS CON MARÍA EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO
¿Me ves, hijo mío? Yo soy tu Madre, aquí estoy cerca de mi Jesús para servirte de introductora y abogada. Ven, no temas, pobrecito hijo mío, no te asuste la divinidad de mi Jesús; pues aquí estoy yo que no tengo otro carácter que el de Madre: dime a mí tus necesidades, tus esperanzas y deseos, yo seré tu intérprete. ¿Qué te hace falta? Dímelo con confianza. ¿Te aterran tus pecados? Tienes razón, pues son en realidad mucho más horribles de lo que tú piensas; pero aún éste, que es el más profundo motivo que tienes para temer, deja de serlo desde que mi Hijo ha pagado tu deuda, cargando con la responsabilidad de tus culpas. Acércate a Él, no temas, yo misma te conduciré: toca con tus manos esas heridas...recibe sobre tu cabeza esa Sangre que purifica y limpia... ¿No sientes ya mayor consuelo? ¿No es verdad que al contacto del Cuerpo virginal de mi Jesús tus afectos se purifican... tu corazón se inflama? ¿No sientes bastante dolor por las ofensas causadas a mi Hijo? Ven, acércate más, y considéralo mejor. ¿Ves esa frente sacrosanta lacerada por las espinas? Vé allí el fruto de tus pensamientos criminales que mi Jesús quiso expiar por ti. ¿Ves esos ojos que hacen la alegría de los ángeles, nublados y empañados por la muerte? Así repara mi Jesús tus miradas ávidas y sensuales. Esos labios sedientos y lívidos son la expiación de tus pecados de gula y de tus palabras pecaminosas: esas llagas que cubren todo su Cuerpo denuncian un culpable, y ese pobrecito eres tú. ¿La vista de mi Jesús no te conmueve? ¿No produce en tu alma el arrepentimiento? ¿Algún mal hábito o pasión te retiene? Precisamente por eso debes venir aquí frecuentemente y aprovecharte de mi mediación. ¿Qué es lo que te seduce, alma débil? ¿El placer? Acércate a la llaga del costado de Jesús, no temas, yo tu Madre te autorizo; acerca tus labios, aspira ese néctar celestial que de allí brota. Con él se alimentarán esas almas escogidas que, embriagadas con los deleites del cielo, despreciaron altamente los de los sentidos. Acércate otra vez, escucha los latidos de ese Corazón, ¿sabes por qué late tan precipitado? Pues a impulso del amor. Es que se complace porque tú te acercas a esa fuente de vida. No te separes, un momento más... ¿No sientes que el tuyo comienza a palpitar por Él? ¿No sientes más vigor? ¿Y cómo no habías de sentirlo, si Él mismo ha dicho: “VENID A MÍ TODOS LOS QUE TRABAJAIS Y ESTAIS CARGADOS QUE YO OS ALIVIARÉ" ¿Te aqueja tu inconstancia y tibieza? Haces bien en deplorarla, pues en efecto te ha hecho muy desgraciado y te ha privado de los favores de mi Jesús. ¡Cuán distinto te hallaras si hubieses sido fiel a lo que me prometiste en tal ocasión!... Pero, ¡ánimo! Aún es tiempo, puesto que aquí estás bajo mi protección en presencia de esa hoguera encendida capaz de abrasar al mundo entero...Anímate un poco más... penetra por la herida del costado hasta el tabernáculo de su Corazón... Allí todo es fuego... fuego ardiente... fuego consumidor...Mora allí; allí moró Teresa de Jesús, Ignacio, Luis Gonzaga, esa es la escuela del amor... allí no hay tibieza ni inconstancia posible... ¡Te parece difícil permanecer allí mucho tiempo! No lo es tanto; mi Jesús retiene a todos los que se acercan con humildad y buena voluntad. Ve tú así: dile una y otra vez: “DENTRO DE TU CORAZÓN ESCÓNDEME : NO PERMITAS QUE YO ME SEPARE DE TI"
¿Qué virtud te hace más falta? La pureza, ¿no es verdad? Quisieras salir siempre victorioso en esas luchas que se levantan en tu corazón y que te arrastran al mal. Te admira ver mi trono rodeado de lirios y azucenas, y tú...¡ay! ¡tan manchado! Te causa rubor y confusión la antítesis de la pureza de tu Madre y la fealdad de tus manchas. ¿Y no has oído que yo poseo el secreto de ese vino celestial que engendra vírgenes, y que doy a los que se esfuerzan en complacerme? Pues bien: ¿sabes lo que yo quiero de ti? Huye de aquellos amigos que tú sabes y cuya conversación no es compatible con mi amor... ¿Los preferirás a mí? Quita esa ocasión de pecado y aprende de tus caídas anteriores a no fiarte de ti... ¿Mi amor será bastante para decidirte a ese sacrificio? ¿Crees que no? ¡Ay! Hijo ingrato, ¡y qué poquito amas a tu Madre! Vaya, un esfuerzo más, yo te ayudaré, y tu alma será libre de la cadena del pecado y figurarás en la guardia de honor de mi Hijo, de quien se ha dicho que se apacienta entre los lirios. ¿Quieres pedir a mi Jesús por otros? Hazlo por tus padres, por tus hermanos, amigos... ¿qué quieres que mi Jesús haga con ellos? Díselo con confianza, aquí estoy yo apoyando tu petición. ¿Los quisieras ver más buenos, verdad? ¿Más solícitos por su salvación? ¿Deseas también para ellos gracias temporales, bienestar y salud? Enhorabuena; mi Jesús te oye y está dispuesto a otorgar lo que pides, si así conviene a tus recomendados... pide también por los pobrecitos pecadores, ¡los compadezco tanto!... No hay quien se acuerde de ellos. Pide por los desgraciados que no pertenecen a la Iglesia, por los que la blasfeman y Calumnian... ¡Y son tantos!... y muchos pobres jóvenes educados como tú en su seno. Pide por el triunfo de la causa de mi Hijo, que es la tuya... Por el soberano Pontífice tu padre; para que tu oración sea más eficaz únela a la de mi Jesús, con la mía, con las de todos los justos; ofrece al triunfo de la causa de Dios tu vida, tus oraciones y sufrimientos. No olvides a las pobres almas del Purgatorio. Ya te vas a retirar. Bien, ve a cumplir tus deberes en nombre de mi Hijo y mío. Él y yo te bendecimos; recibe humildemente nuestra bendición. En medio de tus tareas no nos olvides, dinos una palabra. Las que dirijas a mi Hijo yo se las presentaré. Sean éstas cortas, frecuentes y fervorosas. Cuando te desocupes vuelve aquí, aquí te esperamos y te tenemos preparadas nuevas gracias. Ahora experimentarás qué dulce es vivir a nuestro lado... sobre todo no te separes de nosotros por el pecado y, si desgraciadamente caes, ven pronto, lava tu mancha en el Sacramento y si lo pides con humildad, cuenta con mi perdón y el de mi Hijo.
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*Fondo por Vainica*
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