Saberse mirado
como composición de lugar nos vamos a poner bajo la mirada del Señor y descubrir cómo Él me mira… Es bueno saber cómo llegamos a estos días, cómo me encuentro interiormente y también cómo soy mirado por el Señor.
En la mirada del Señor podemos sentirnos en un lugar seguro, y ahí revisar el corazón y ofrecerle nuestras alegría y tristezas, los éxitos y fracasos de este tiempo, mis sueños.
Entrar en la escuela de la mirada del Señor, con quien se puede estar sin temores.
Yo les propongo una frase de San Agustín “Mirame para que pueda amarte”. Este Dios que sabe todo de nosotros, lo lindo y las partes dificiles también… ante Dios no hay máscaras, Él ya nos conoce, ya nos acepta y ya nos comprende. Por eso animarnos a ser honestos, y a preguntarnos bajo su mirada amante “¿cómo estamos?”.
Santa Teresa en “Camino de perfección” le recomendaba a sus monjas: “Procura luego, hija, tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vas a rezar? Representatelo al mismo Señor junto con vos y mira con qué amor y humildad te está enseñando. Y creeme, mientras puedas no estés sin tan buen amigo. Si te acostumbras a traerle y El ve que lo haces con amor y que andas procurando contentarle, no lo podrás -como dicen- apartar de vos; no te faltará para siempre; te ayudará en todos tus trabajos; y lo tendrás en todas partes: ¿pensás que es poco un tal amigo al lado? (…) Si estás alegre, mirale resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Si estás con trabajos o triste, mirale camino del huerto. (…) Miralo a Él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los tuyos, sólo porque vayas y vuelvas la cabeza para mirarle”
Dios nos mira con una mirada personal, sólo desde su mirada amorosa podemos amarle. El P. Angel nos comparte un texto del Cardenal Newman:
“Sea quien seas Dios se fija en tí de modo personal, te llama por tu nombre, te ve y te comprende tal como te hizo, sabe lo que hay en tí. Conoce todos los pensamientos y sentimientos que te son propios. Todas tus disposiciónes y gustos, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en tus días de alegrías y también en los de tristezas. Se solidariza con tus esperanzas y tentaciones, se interesa por todas tus ansiedades y recuerdos, por todos los altibajos de tu espíritu. Él te rodea con sus cuidados y te lleva en sus brazos, Él ve tu auténtico semblante ya esté sonriente o cubierto de lágrimas, sano o enfermo. El vigila con ternura tus manos y tus piés. El oye tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu respiración. Tú no te amas a tí mismo más de lo que Él te ama”.
La mirada es signo del conocimiento, sentir que este Señor nos conoce profundamente y esto nos da mucha confianza. Por eso para este día en la oración nos preguntamos: ¿qué mirada del Señor necesito en este tiempo de mi vida?. El P. Angel nos propone una serie de miradas de Jesús que aparece en los evangelios. No hace falta identificarse con todas, simplemente con aquella que sentimos necesitamos en este tiempo. Conforme a cómo esté la mirada que necesito.
Como decía Guardini, vivir de su mirada y aprender en su presencia a captar el misterio de lo que yo soy, frente a Dios, frente al corazón y a lo que soy.
Recomiendo no tomar todos los textos, sino centrarse en la mirada que siento que el Señor me quiere hablar.
Nos pueden ayudar algunos salmos:
Salmo 139: “Señor tu me sondeas y me conoces”
Salmo 80: “Alumbra tu rostro y nos salvaremos”
Salmo 33: La mirada del Señor que nos libra de la muerte
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