SER FRAGANCIA DE CRISTO EN EL MUNDO


"FRAGANCIAS DE CRISTO"

SER FRAGANCIAS DE CRISTO ES ESPARCIR SU FRAGANCIAS DONDE ESTÉS
EN EL LUGAR QUE TE ENCUENTRES CASA,TRABAJO, IGLESIA ,COLEGIO ,EN FACE,
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A TODOS LOS QUE NOS DEJAN ENTRAR EN SU CORAZON
MUCHA PAZ Y AMOR .GRACIAS A LOS AMIGOS POR ESTAR SIEMPRE AHI DISPUESTOS A DAR,
QUE LA PAZ Y EL AMOR DE JESUS NOS SIGA HERMANANDO Y DERRAMANDO BENDICIONES A TODOS







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viernes, 25 de junio de 2010

TRIDUO AL SAGRADO CORAZÓN


TRIDUO AL SAGRADO CORAZÓN

Publicamos a continuación tres textos de Juan Pablo II en el rezo dominical del Ángelus sobre el Sagrado Corazón que pueden servirnos de preparación para esta gran fiesta.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados 
17‑VIII‑1986
1. Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados. El Corazón de Jesús es fuente de vida, porque por medio de Él actúa la victoria sobre la muerte. Es fuente de santidad, porque en Él ha sido vencido el pecado que es adversario de la santidad en el corazón del hombre.
Jesús, que el domingo de Resurrección entra por la puerta cerrada, en el Cenáculo, dice a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados» (Jn 20, 23).
Y diciendo esto, les muestra las manos y el costado, en el que están visibles los signos de la Crucifixión. Muestra el costado, lugar del Corazón traspasado por la lanza del centurión.
2. Así, pues, los Apóstoles han sido llamados a volver al Corazón, que es propiciación por los pecados del mundo. Y con ellos también nosotros somos llamados.
La potencia de la remisión de los pecados, la potencia de la victoria sobre el mal que alberga en el corazón del hombre, se encierra en la Pasión, y en la Muerte de Cristo Redentor. Un signo particular de esta potencia redentora es precisamente el Corazón.
La Pasión de Cristo y su Muerte se han apoderado de todo su cuerpo. Se han cumplido mediante todas las heridas, que El ha recibido durante la Pasión. Y se han cumplido sobre todo en el Corazón, porque el Corazón agonizaba mientras se apagaba todo el cuerpo. El Corazón se consumía al ritmo del sufrimiento que producían todas las heridas.
3. En este despojamiento el Corazón ardía de amor. Una llama viva de amor ha consumido el Corazón de Jesús en la Cruz.
Este amor del Corazón fue la potencia propiciadora por nuestros pecados. Ello ha superado ‑y supera para siempre todo el mal contenido en el pecado, todo el alejamiento de Dios, toda la rebelión de la libre voluntad humana, todo mal uso de la libertad creada, que se opone a Dios y a su santidad.
El amor que ha consumado el Corazón de Jesús ‑el amor que ha causado la muerte de su Corazón‑ era y es una potencia invencible. Mediante el amor del Corazón divino, la muerte ha logrado la victoria sobre el pecado. Se ha convertido en fuente de vida y de santidad.
4. Cristo mismo conoce hasta el fondo este misterio redentor de su Corazón. Es testimonio inmediato del mismo. Cuando dice a los Apóstoles: Recibid el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, da testimonio de aquel Corazón que es propiciación por los pecados del mundo.
María, que eres refugio de los pecadores, ¡acércanos al Corazón de tu Hijo!
Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso
27‑VII‑1986.
1. ¡Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso!
Hoy, con ocasión de la oración del Ángelus, deseamos releer una vez más, junto con María, el Evangelio; en cierto sentido lo releemos todo entero, e inmediatamente. En él aparece el Corazón de Jesús, paciente e inmensamente misericordioso.
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que «pasó haciendo bien» a todos (cfr Act 10, 38)? ¿De Aquel que hizo que los ciegos adquiriesen la vista, los cojos caminasen, los muertos resucitasen? ¿Que a los pobres se les anunciara la Buena Nueva (cfr Lc 7, 22)?
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que no tenía El mismo dónde reclinar la cabeza, mientras que los lobos tienen sus guaridas y los pájaros sus nidos (cfr Mt 8, 20)?
¿No es tal vez así el Corazón de Jesús, que defendió a la mujer adúltera de la lapidación y luego le dijo: «Vete, y de ahora en adelante no peques más», (cfr Ioh 8, 3‑10)
¿No es tal vez así el Corazón de Aquel que fue llamado «amigo de publicanos y pecadores» (cfr Mt 11, 19)?
2. ¡Miremos, junto con María, el interior de este Corazón!
¡Releámoslo a lo largo del Evangelio!
Más aún, sobre todo releamos este Corazón en el momento de la Crucifixión. Cuando ha sido traspasado por la lanza. Cuando se ha desvelado hasta el fondo el misterio en Él escrito.
El Corazón paciente, porque está abierto a todos los sufrimientos del hombre. ¡El Corazón paciente, porque está dispuesto Él mismo a aceptar un sufrimiento inconmensurable con metro humano!
¡El Corazón paciente, porque es inmensamente misericordioso!
En efecto, ¿qué es la misericordia, sino esa medida particularísima del amor, que se expresa en el sufrimiento?
¿Qué es, en efecto, la misericordia sino esa medida definitiva del amor, que desciende al centro mismo del mal para vencerlo con el bien?
¿Qué es sino el amor que vence el pecado del mundo mediante el sufrimiento y la muerte?
3. ¡Corazón de Jesús, paciente y muy misericordioso!
¡Madre, que has mirado en este Corazón, cuando estabas presente al pie de la Cruz!
Madre que, por voluntad de este Corazón, te has hecho Madre de todos nosotros.
¿Quién conoce como Tú el misterio del Corazón de Jesús en Belén, en Nazaret, en el Calvario
¿Quién como Tú sabe que es paciente e inmensamente misericordioso?
¿Quién como Tú da testimonio incesantemente de ello?
Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones
25‑VIII‑1985.
1. Corazón de Jesús, rey y centro de todos los co razones.
Jesucristo es rey de los corazones. Sabemos que durante su actividad mesiánica en Palestina el pueblo, al ver los signos que hacía, quiso proclamarlo rey.
Veía en Cristo un justo heredero de David, que durante su reino llevó a Israel al culmen del esplendor.
2. Sabemos también que ante el tribunal de Pilato, Jesús de Nazaret, a la pregunta: «¿Tú eres rey...?», respondió: «Mi reino no es de este mundo... Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Ioh 18, 33. 3637).
3. En este mundo Cristo es rey de los corazones. Nunca quiso ser soberano temporal, ni siquiera sobre el trono de David.
Sólo deseó ese reino que no es de este mundo y que, al mismo tiempo, en este mundo se arraiga por medio de la verdad en los corazones humanos: en el hombre interior.
Por este reino anunció el Evangelio e hizo grandes signos. Por este reino, el reino de los hijos y de las hijas adoptivos de Dios, dio su vida en la Cruz.
4. Y confirmó de nuevo este reino con su Resurrección, dando el Espíritu Santo a los Apóstoles y a los hombres en la Iglesia.
De este modo Jesucristo es el rey y centro de todos los corazones.
Reunidos en Él por medio de la verdad, nos acercamos a la unión del reino, donde Dios «enjugará toda lágrima» (Apc, 7, 17), porque será «todo en todos» (1 Cor 15, 28).
5. Hoy, reunidos para la acostumbrada plegaria dominical del Ángelus Dómini, elevamos ‑juntamente con la Madre de Dios‑ al Corazón de su Hijo la invocación: Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de mí.

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