Muchos son los llamados.

Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. (Mt 22, 14).
Comentario:

Grave palabra del Señor que debe hacernos reflexionar y no dormirnos en los laureles, porque si hemos sido llamados, eso no quiere decir que nos salvemos, pues podemos haber sido llamados pero no ser escogidos. Hay que tener en cuenta que si no somos escogidos es por nuestra propia culpa, porque Dios quiere que todos los hombres se salven. Pero si no cumplimos los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, entonces a pesar de haber sido llamados, no nos salvaremos. Nunca digamos: “Yo ya hice bastante, ahora descanso”. ¡No! ¡Siempre hay que trabajar por nuestra salvación y santificación, porque en la vida espiritual el que no avanza retrocede, puesto que nunca uno se queda en el mismo sitio! Así que no estemos completamente seguros nunca, de esa forma trabajaremos con pasión no solo por nuestra propia salvación sino también por la salvación de nuestros hermanos.

Jesús, María, os amo, salvad las almas




Ser discípulo
es aprender a caminar en sábado
denunciar la ley que oprime y cercena la vida de los otros,
es enfrentarse a los poderes de turno porque el Reino
no es como los de este mundo.

Ser discípulo
es tomar la cruz de cada día.
Darse cuenta que seguir a Jesús
genera conflicto,
produce enfrentamiento y controversia,
crea dudas y plantea opciones.
La fidelidad al Señor
se construye cada día,
al tomar la cruz de la coherencia
y seguir sus huellas, sin descanso,
por el camino
que nos va revelando.
Ser discípulo
es aprender de Jesús,
tenerlo como maestro,
buscarlo como referencia
para nuestras decisiones.

Ser discípulo es mirar
la vida como lo hizo Jesús.
Ver con la mirada del evangelio.
Dejarnos abrir los ojos
como el ciego de Jericó,
para dejar de ver borroso
y descubrir desde dónde mira Dios las cosas.
Ver, para ser discípulo
Ver, para sentir como Jesús.
Sentir, para actuar como él lo hizo.
Vivir como Jesús, para poder ser signo de su presencia,
aceptando la cruz,
porque ser discípulo es ser,
como él, signo de contradicción
para los que se oponen
al Dios de la Vida.