SER FRAGANCIA DE CRISTO EN EL MUNDO


"FRAGANCIAS DE CRISTO"

SER FRAGANCIAS DE CRISTO ES ESPARCIR SU FRAGANCIAS DONDE ESTÉS
EN EL LUGAR QUE TE ENCUENTRES CASA,TRABAJO, IGLESIA ,COLEGIO ,EN FACE,
EN TU RED SOCIAL FAVORITA DANDO
TESTIMONIO DE SU PRESENCIA EN TI
¿QUIERES SER TU FRAGANCIAS DE CRISTO?

A TODOS LOS QUE NOS DEJAN ENTRAR EN SU CORAZON
MUCHA PAZ Y AMOR .GRACIAS A LOS AMIGOS POR ESTAR SIEMPRE AHI DISPUESTOS A DAR,
QUE LA PAZ Y EL AMOR DE JESUS NOS SIGA HERMANANDO Y DERRAMANDO BENDICIONES A TODOS







Esperamos ser de Bendicion a tu vida, asi como tu lo seas a nuestras vidas. Te deseamos Un Lindo Dia


sagrado corazon de jesus

sábado, 25 de septiembre de 2010

 La oración de contemplación

  

La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús. "Yo lo miro y él me mira", decía, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a “mà â€�. Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el "conocimiento interno del Señor" para más amarlo y seguirlo (Cf San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales 104). La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional de siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el “sà â€� del Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava. La contemplación es silencio, este "símbolo del mundo venidero" (San Isaac de Nínive,
Tractatus Mystici 66) o "amor silencioso" (San Juan de la Cruz). Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encar-nado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús (Catecismo de la Iglesia Católica 2715 - 2717). 
La oración contemplativa es un medio privilegiado para llegar a un conocimiento íntimo y experimental de Jesucristo que acrecienta y fortalece el amor a Él. Es, como dice el Catecismo, la expresión sencilla del misterio de la oración (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2713). Al mismo tiempo, es la oración de los grandes santos, verdaderos maestros de la unión con Dios: San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Francisco de Asís, etc. Es un tipo de oración que, precisamente por su simplicidad, está al alcance de todo el mundo, independientemente de su temperamento o de su mayor o menor capacidad intelectual. Es aquella en la que resulta más fácil iniciarse con verdadero fruto, sin rutina.

Por sus características, la contemplación tiene que hacerse con tranquilidad, con el tiempo suficiente. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recomienda lo siguiente al respecto: “La elección del tiempo y de la duración de la oración de contemplación depende de una voluntad decidida, reveladora de los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación, independiente- mente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en la pobreza y en la feâ€� (Catecismo de la Iglesia Católica 2710).

Otro elemento que beneficia la oración contemplativa es el silencio. Toda oración requiere concentración, es decir, una atención lo más completa posible a lo que se está contemplando. Para ello, hay que olvidarse de todo lo demás y buscar un ambiente adecuado que no ofrezca estímulos que distraigan nuestra atención del diálogo con Dios. Vale la pena abandonar momentáneamente muchas cosas para meterse a fondo en la oración y después salir de ella enriquecidos.
 

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