Os daré a conocer que mi obra se funda sobre la nada y la miseria; éste es el primer eslabón de la cadena de amor que preparo a las almas desde toda la eternidad.
Haré que las almas conozcan hasta qué punto las ama y perdona mi Corazón. Penetro el fondo de las almas, sus deseos de darme gusto, de consolarme y de glorifícarme: y el acto de humildad que sus faltas les obligan a hacer, viéndose tan débiles, es precisamente lo que consuela y glorifica mi Corazón. No importa que las almas sean débiles. Yo suplo lo que les falta. Les daré a conocer cómo su misma debilidad puede servirme para dar vida a muchas almas que la han perdido.
Daré a conocer que la medida de mi amor y de mi misericordia para con las almas caídas, no tiene límites…Deseo perdonar... Descanso perdonando….Siempre estoy esperándolas con amor …. ¡Qué no se desanimen! ... ¡Qué vengan! ... ¡Qué se echen sin temor en mis brazos!... ¡Soy su Padre!
Muchas almas no comprenden cuánto pueden hacer para atraer a mi Corazón a otras almas que están sumidas en un abismo de ignorancia y no saben cómo deseo que se acerquen a Mí para darles vida... La verdadera vida. Yo te enseñaré mis secretos de amor y tú serás ejemplo vivo de mi misericordia, pues sí por ti, que eres miseria y nada, tengo tanta predilección y te amo tanto, ¿qué haré con otras almas mucho más generosas que tú?
Como no eres nada, ven... entra en mi Corazón... a la nada le es fácil entrar y perderse en este abismo de amor... Así iré consumiendo tu pequeñez y tu miseria... Yo obraré en ti... Hablaré por ti... Me haré conocer por ti... ¡Cuántas almas encontrarán la vida en mis palabras! ¡Cuántas cobrarán ánimo al ver el fruto de sus trabajos! Un actito de generosidad, de paciencia, de pobreza, puede ser un tesoro que gane para mi Corazón gran número de almas. Yo no miro la acción, miro la intención. El acto más pequeño hecho por amor ¡adquiere tanto mérito y puede darme tanto consuelo! ... Mi Corazón da valor divino a esas cosas tan pequeñas. Lo que Yo quiero es amor... No busco más que amor... No pido más que amor. El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la mía, me glorifica mucho y trabaja útilmente, en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale mucho, pero la empapa en mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante mi vida mortal, el fruto que logra para las almas es tan grande o mayor quizá que si hubiera predicado al universo entero; y esto, sea que estudie o que hable, que escriba, ore, barra, cosa, o descanse con tal que la acción reúna dos condiciones: primero que esté ordenada por la obediencia o por el deber, no por el capricho; segundo que se haga en íntima unión conmigo, cubriéndola con mi Sangre y con gran pureza de intención, ¡Cuánto deseo que las almas comprendan esto: Que no es la acción la que tiene en sí valor, sino la intención y el grado de unión con que se hace! Barriendo y trabajando en el taller de Nazaret, di tanta gloria a mi Eterno Padre como cuando prediqué durante mi vida pública.
Hay muchas almas que a los ojos del mundo tienen un cargo elevado, y en él, dan grande gloria a mi Corazón es cierto, pero tengo muchas otras, que, escondidas y en humildes trabajos, son obreras muy útiles a mi viña porque es el amor el que las mueve y saben envolver en oro sobre natural las acciones más pequeñas empapándolas en mi Sangre.
Si desde por la mañana se unen a Mí y ofrecen el día con ardiente deseo de que mi Corazón se sirva de sus acciones para provecho de las almas, y van, hora por hora y momento por momento cumpliendo por amor con su deber. ¡Qué tesoros adquieren en un día! ... ¡Yo les iré descubriendo más y más mi amor! ... ¡Es inagotable! ... ¡Y es tan fácil al alma que ama dejarse guiar por el amor!
Escribe aún para las almas que amo: Quiero que entiendan bien el deseo que me consume de su perfección y cómo esta perfección consiste en hacer en íntima unión conmigo las acciones comunes y ordinarias. Si mis almas lo comprenden bien, pueden divinizar sus obras y su vida y ¡cuánto vale un día de vida divina! Cuando un alma arde en deseos de amar, no hay para ella cosa difícil; mas cuando se encuentra fría y desalentada, todo se le hace arduo y penoso... Que venga entonces a cobrar fuerzas en mi Corazón... Que me ofrezca su abatimiento, que lo una al ardor que me consume y que tenga la seguridad de que un día así empleado, será de incomparable precio para las almas. ¡Mi Corazón conoce todas las miserias humanas y tiene gran compasión de ellas! No deseo tan sólo que las almas se unan a Mí de una manera generosa: quiero que esta unión sea constante, íntima como es la unión de los que se aman y viven juntos; que aun cuando siempre no están hablando, se miran y se guardan mutuas delicadezas y atenciones de amor.
Si el alma está en paz y en consuelo, le es fácil pensar en Mí; pero si está en desolación o angustia, que no tema. ¡Me basta una mirada! ... La entiendo y, con sólo esta mirada, alcanzará que mi Corazón la colme de las más tiernas delicadezas.
Yo iré diciendo a las almas cómo las ama mi Corazón: quiero que me conozcan bien y así me hagan conocer a aquéllas que mi amor les confíe.
Deseo con ardor que todas las almas fijen en Mí los ojos para no apartarlos ya más, que no haya entre ellas medianías cuyo origen, la mayor parte de las veces, es una falsa comprensión de mi amor. No; amar a mi Corazón no es difícil ni duro; es fácil y suave. Para llegar a un alto grado de amor no hay que hacer cosas extraordinarias; pureza de intención en la acción más pequeña como en la más grande; unión íntima con mi Corazón y el amor hará lo demás...
Mi Corazón no es solamente un abismo de amor, es también un abismo de misericordia; y conociendo todas las miserias del corazón humano de las que no están exentas las almas que más amo, he querido que sus acciones, por pequeñas que sean en sí, puedan por Mí alcanzar un valor infinito, en provecho de los pecadores y de las almas que necesitan ayuda.
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