Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor: por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos; alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor.
1. "Por la mañana escucharás mi voz; por la mañana te expongo mi causa y mequedoaguardando". Con estas palabras, el salmo 5 se presenta como unaoración de la mañana y, por tanto, se sitúa muy bien en la liturgia de lasLaudes, el canto de los fieles al inicio de la jornada. Sin embargo, el tonode fondo de esta súplica está marcado por la tensión y el ansia ante lospeligros y las amarguras inminentes. Pero no pierde la confianza en Dios,que siempre está dispuesto a sostener a sus fieles para que no tropiecen enel camino de la vida.
"Nadie, salvo la Iglesia, posee esa confianza" (san Jerónimo, Tractatus LIXin psalmos, 5, 27: PL 26, 829). Y san Agustín, refiriéndose al título quese halla al inicio del salmo, un título que en suversión latina reza:"Para aquella que recibe la herencia", explica: "Se trata, porconsiguiente, de la Iglesia, que recibe en herencia la vida eterna por mediode nuestro Señor Jesucristo, de modo que posee a Dios mismo, se adhiere aél, y encuentra en él su felicidad, de acuerdo con lo que está escrito:"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (Mt 5, 4)"Enarrationes in Psalmos, 5: CCL 38, 1, 2-3).
2. Como acontece a menudo en los salmos de súplica dirigidos al Señor paraque libre a los fieles del mal, son tres los personajes que entran en escenaen este salmo. El primero es Dios (v. 2-7), el Tú por excelencia del salmo,al que el orante se dirige con confianza. Frente a las pesadillas de unajornada dura y tal vez peligrosa, destaca una certeza. El Señor es un Dioscoherente, riguroso en lo que respecta a la injusticia y ajeno a cualquiercomponenda con el mal: "Tú no eres un Dios que ame la maldad" (v. 5).
Una larga lista de personas malas -el malvado, el arrogante, el malhechor,el mentiroso, el sanguinario y el traicionero- desfila ante la mirada delSeñor. Él es el Dios santo y justo, y está siempre de parte de quienessiguen los caminos de la verdad y del amor, mientras que se opone a quienesescogen "los senderos que llevan al reino de las sombras" (cf. Pr 2, 18).Por eso el fiel no se siente solo y abandonado al afrontar la ciudad,penetrando en la sociedad y en el torbellino de las vicisitudes diarias.
3. En los versículos 8 y 9 de nuestra oración matutina, el segundopersonaje, el orante, se presenta a sí mismo con un Yo, revelando que todasu persona está dedicada a Dios y a su "gran misericordia". Está seguro deque las puertas del templo, es decir, el lugar de la comunión y de laintimidad divina, cerradas para los impíos, están abiertas de par en parante él. Él entra en el templo para gozar de la seguridad de laprotección divina, mientras afuera el mal domina y celebra sus aparentes yefímeros triunfos.
La oración matutina en el templo proporciona al fiel una fortaleza interiorque le permite afrontar un mundo a menudo hostil. El Señor mismo lo tomaráde la mano y lo guiará por las sendas de la ciudad, más aún, le "allanará elcamino", como dice el salmista con una imagen sencilla pero sugestiva. En eloriginal hebreo, esta serena confianza se funda en dos términos (hésed ysedaqáh): "misericordia o fidelidad", por una parte, y "justicia osalvación", por otra. Son las palabras típicas para celebrar la alianza queune al Señor con su pueblo y con cada uno de sus fieles.
4. Por último, se perfila en el horizonte la oscura figura del tercer actorde este drama diario: son los enemigos, los malvados, que ya se habíaninsinuado en los versículos anteriores. Después del "Tú" de Dios y del "Yo"del orante, viene ahora un "Ellos" que alude a una masa hostil, símbolo delmal del mundo (vv. 10 y 11). Su fisonomía se presenta sobre la base de unelemento fundamental en la comunicación social: la palabra. Cuatroelementos -boca, corazón, garganta y lengua- expresan la radicalidad de lamalicia que encierran sus opciones. En su boca no hay sinceridad, su corazónes siempre perverso, su garganta es un sepulcro abierto, que sólo quiere lamuerte, y su lengua es seductora, pero "está llena de veneno mortífero" (St3, 8).
5. Después de este retrato crudo y realista del perverso que atenta contrael justo, el salmista invoca la condena divina en un versículo (v. 11), quela liturgia cristiana omite, queriendo así conformarse a la revelaciónneotestamentaria del amor misericordioso, el cual ofrece incluso al malvadola posibilidad de conversión.
La oración del salmista culmina en un final lleno de luz y de paz (v.12-13), después del oscuro perfil del pecador que acaba de dibujar. Una granserenidad y alegría embarga a quien es fiel al Señor. La jornada que se abreahora ante el creyente, aun en medio de fatigas y ansias, resplandecerásiempre con el sol de la bendición divina. Al salmista, que conoce a fondoel corazón y el estilo de Dios, no le cabe la menor duda: "Tú, Señor,bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor" (v. 13).
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