SER FRAGANCIA DE CRISTO EN EL MUNDO


"FRAGANCIAS DE CRISTO"

SER FRAGANCIAS DE CRISTO ES ESPARCIR SU FRAGANCIAS DONDE ESTÉS
EN EL LUGAR QUE TE ENCUENTRES CASA,TRABAJO, IGLESIA ,COLEGIO ,EN FACE,
EN TU RED SOCIAL FAVORITA DANDO
TESTIMONIO DE SU PRESENCIA EN TI
¿QUIERES SER TU FRAGANCIAS DE CRISTO?

A TODOS LOS QUE NOS DEJAN ENTRAR EN SU CORAZON
MUCHA PAZ Y AMOR .GRACIAS A LOS AMIGOS POR ESTAR SIEMPRE AHI DISPUESTOS A DAR,
QUE LA PAZ Y EL AMOR DE JESUS NOS SIGA HERMANANDO Y DERRAMANDO BENDICIONES A TODOS







Esperamos ser de Bendicion a tu vida, asi como tu lo seas a nuestras vidas. Te deseamos Un Lindo Dia


sagrado corazon de jesus

viernes, 29 de marzo de 2013



L

ECTURAS DEL DIA
VIERNES SANTO: 29 de Marzo 2013

En la Cruz Jesucristo nos ha liberado del hombre viejo

Orientaciones para esta Celebración: Hoy la Liturgia se inicia en silencio, continuando así la celebración del Triduo Pascual iniciado ayer con la Cena del Señor y que hoy nos centra en la Pasión de Cristo, en el sacrificio en la cruz, donde El hizo morir el hombre viejo para llevarnos a una vida nueva.

Empezaremos esta celebración postrándonos y arrodillán­donos en presencia de Dios. Es momento de tomar conciencia de que nuestra propia debilidad por un lado y el abandono en la fe en las manos del Padre como hizo Jesús por otro lado.

Hoy no tendremos Eucaristía sino una liturgia de la Palabra compuesta de lecturas, oración universal, adoración de la cruz y la comunión que nos dispondrán para celebrar mañana el memorial de Jesucristo, muerto y resucitado en la Solemne Vigilia pascual.

Primera Lectura: Isaías 52, 13- 53, 12

La justificación salvadora de la humanidad se ha logrado mediante el sufrimiento del Siervo de Dios, que por ser obediente se sometió al sufrimiento como lo anunció Isaías y lo realizó Jesucristo. Sólo la persona y la comunidad que permanece fiel al Señor como este Siervo puede ser salvada y salvar. Escuchemos.

Lectura del libro del profeta Isaías:

Miren, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano; así asombrará a muchos pueblos: ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como un brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado.

El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron.

Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como un cordero llevado al matadero, como una oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron. ¿Quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malhechores; porque murió con los malvados, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento.

Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará; con lo aprendido, mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los despojos; porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios.

Salmo Responsorial: 30

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado. Tú que eres justo, ponme a salvo. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú, mi Dios leal, me librarás. R/

Soy la burla de todos mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. R/

Estoy en el olvido, como un muerto, me han desechado como objeto tirado en la basura. Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios. En tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R/

Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, los que esperan en el Señor. R/

Segunda Lectura: hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

La Carta a los Hebreos nos presenta a Jesucristo como Aquel que para ser fiel le tocó aprender con lágrimas y gritos a obedecer a su Padre. Del mismo modo, nosotros si deseamos vivir de acuerdo a la voluntad del Padre nos toca pasar por el sufrimiento que lleva a la victoria. Escuchemos.

Lectura de la Carta a los Hebreos:

Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro Sumo Sacerdote que ha entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto en el pecado.

Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de recibir misericordia, y hallar gracia para ser socorridos en el momento oportuno. Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas con fuertes voces y lágrimas, al que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad.

Él, a pesar de ser Hijo, aprendió a obedecer padeciendo. Y, llegado a su perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Palabra de Dios.

Evangelio: Juan 18, 1-40; 19, 1-42.

Jesús culmina su vida terrenal, según San Juan el evangelista, con esta frase: “Todo está cumplido” indicando que ha realizado la misión que le encomendó el Padre hasta llegar a la entrega de su propia vida. Pidamos al Señor Crucificado la gracia de vivir como El y de poder decir al final de nuestro paso por la tierra que todo está cumplido. Escuchemos.

Se lee la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Juan. Oración Universal: Ver Misal Romano.

Adoración de la Cruz:

En la cruz, instrumento de muerte, contemplamos a Cristo que con su muerte y resurrección ha vencido al pecado, a la muerte y a toda ley opresora dándonos una vida nueva. Nos acercaremos por sectores a venerar la Cruz con el deseo sincero de abrazar nuestra propia cruz, la de nuestra familia y la de nuestro pueblo para que se convierta en cruz gloriosa unida a la de Cristo.

Después de besar la Cruz haremos un gesto de amor con nuestros hermanos cristianos que viven en la Tierra Santa, de Jerusalén y sus alrededores y que viven en una situación social, económica y política muy difícil. Nuestro aporte unido al de tantos católicos será un apoyo fraterno en sus necesidades.

Sagrada Comunión:

Terminada la Comunión, se despoja el altar y todos salimos en silencio, sin despedirnos. Seguiremos en nuestros hogares con recogimiento acompañando a Jesús en su sepulcro.

Meditación

Hemos comenzado con la liturgia de la Palabra. Atrás quedaron los triunfos y las glorias. Enmudecieron las campanas. La mesa del Jueves Santo quedo vacía. Lo establecido y anunciado por los Profetas se ha cumplido. El Siervo de Yahvé, humilde y obediente, ha sido elevado en una cruz. Muere por ti, por mí, por todos. Una muerte que algunos no entendían ni aceptaban porque estaban esperando a un mesías triunfante y la muerte de Jesús no encaja en sus esquemas mentales.

Es un momento de mucha conmoción y tristeza para los que anduvieron con él. También a nosotros nos debe de conmover este momento de pasión y de muerte. Aquel que no hizo otra cosa sino hacer el bien, es incomprendido y hoy sufre la humillación de morir de la manera más deshonrosa de aquella época, en la cruz.

Para los que creemos en Jesús, nos consuela saber que la muerte victoriosa de Cristo vence a la misma muerte en su propio terreno. Estamos celebrando una muerte con sentido, que salva al hombre y a la mujer y los prepara para la relación con Dios, con los demás y con el universo entero. Es en la cruz donde se le abren al ser humano, las puertas de la Resurrección gloriosa.

Es cierto que es un momento triste, pero no debemos quedarnos en el hecho, hay que seguir, mirar hacia adelante, esperanzados en esas palabras suyas: “Cuando me marche, mi Padre les enviará el Espíritu santo que les recordará todo”. Sería oportuno que revisáramos nuestras actitudes como creyentes y ver hasta qué punto nosotros correspondemos a Jesús con esa misma entrega generosa a los hermanos y hermanas. Porque hoy día Jesús sigue siendo crucificado, sí. Crucificamos a Jesús cada vez que nos hacemos de la vista gorda ante el dolor ajeno, cada vez que callamos ante las injusticias, cada vez que pudiendo hacer alguna obra de caridad, pasamos y no somos capaces de compadecer con el otro. Vivimos en un mundo y en una cultura que quiere evadir la cruz, que rehúye de ella. Por eso los cristianos tenemos el deber y la obligación de revalorar y llenar de sentido lo que significa la cruz para nosotros. La cruz de Cristo nos salva y nos libera, no es un signo negativo, es signo de amor, no nos debe dar vergüenza llevarla. Además, debemos, estar felices y agradecidos porque sabemos que el Señor no nos va a dar más carga que la que podamos llevar, y aún, con nuestras cargas, sus brazos estarán alrededor de nuestra vida para ayudarnos a llevarla. No reneguemos de nuestras cruces, vayamos a él que nos ha dicho que su yugo es suave y su carga es ligera.

Hemos sido salvados por la cruz redentora de Jesucristo. Por eso la cruz es nuestro distintivo como cristianos. Esa cruz da sentido a la vida y a la muerte. Es una cruz redentora, salvadora. Contemplémosla con amor, porque en ella nos han sido perdonados todos los pecados y se nos ha devuelto nuestra dignidad de hijos e hijas de Dios.


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